Día Mundial del Linfoma
Asmet Salud EPS, aprovecha esta ocasión para informar acerca del linfoma y especialmente alertar sobre sus síntomas para que las personas puedan consultar tempranamente, y lograr un diagnóstico y manejo oportuno que permita mayores posibilidades de éxito.
No se conoce la causa exacta de lo que genera los linfomas, pero se establece que existen ciertos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de que una persona los desarrolle y son:
- Tener un sistema de defensa o inmune debilitado: ya sea por recibir medicamentos para suprimirlo, o por alguna enfermedad, como el VIH.
- Presentar cierto tipo de infecciones como Epstein-Barr, Helicobacter pylori (que causa úlceras de estómago), hepatitis C, entre otras.
- Tener antecedentes familiares, (padre, madre, hermano/a) con linfoma.
- Tener exposición a pesticidas y ciertos productos químicos.
- Haber tenido un tratamiento previo contra el cáncer.
Tipos de linfoma
- En términos generales, los linfomas se clasifican en dos grandes grupos: linfoma de Hodking y linfoma no Hodking los cuales se diferencian en la presencia o no de cierto tipo de células, y el pronóstico.
- Linfoma de Hodgkin: se caracteriza por la presencia de células llamadas células de Reed-Sternberg, que son específicas de este tipo de cáncer, el cual suele afectar a los ganglios linfáticos en una secuencia ordenada, propagándose de un ganglio a otro. El linfoma de Hodgkin es considerado uno de los tipos de cáncer más tratables, especialmente si se detecta en etapas tempranas.
- Linfoma no Hodgkin (LNH) es un grupo mucho más amplio y diverso de cánceres que afectan a los linfocitos y representa aproximadamente el 90% de los casos de linfoma. A diferencia del linfoma de Hodgkin, el LNH puede surgir en cualquier parte del sistema linfático y propagarse de manera más desordenada, lo que puede hacer que sea más difícil de diagnosticar en etapas tempranas.
Síntomas del linfoma
- Ganglios linfáticos inflamados, que pueden palparse en el cuello, las axilas o la ingle.
- Fiebre persistente sin causa aparente, que puede mantenerse por días o semanas.
- Sudoración nocturna, a menudo empapando la ropa de cama.
- Pérdida de peso inexplicada
- Cansancio extremo que no mejora con el descanso.
- Picazón en la piel, sin lesiones visibles ni alergias conocidas.
- Dolor en el abdomen, el pecho o los huesos
- Abdomen hinchado
- Sensación de estar lleno después de comer solamente una pequeña cantidad de alimentos
- Informarse acerca de la enfermedad. El primer paso para afrontar el diagnóstico es entender de qué se trata la afección, y obtener la información necesaria, pero de fuentes confiables, por lo que se recomienda hablar con el profesional de salud y despejar todas las dudas que puedan surgir.
- Mantener un estilo de vida saludable. Cuidar de otros aspectos de la salud, son clave para el tratamiento, esto incluye alimentarse sanamente, hacer ejercicio, no tener hábitos tóxicos como fumar, consumir alcohol u otras drogas, descansar adecuadamente, entre otros; pues además de prevenir otras afecciones, evita la progresión de la enfermedad y ayuda a que el manejo instaurado tenga mayor porcentaje de éxito.
- Cumplir con el tratamiento. esto implica tomar los medicamentos de acuerdo a la indicación, no suspenderlos, asistir a las terapias, controles, citas de seguimiento, realizarse los exámenes, y en general, seguir las recomendaciones al pie de la letra que brinda el personal de salud.
- Es de tener en cuenta que la atención que se brinda debe ser humanizada, centrada en las necesidades en salud de la persona y su familia, respetando además las costumbres, tradiciones y cultura, para integrarlas de la mejor manera posible al manejo.
- Comprender y manejar los efectos secundarios. Como la pérdida de cabello, náuseas, vómitos, fatiga, entre otras. Se pueden buscar alternativas para contrarrestarlos.
- Cuidar la salud mental. No solo el cuerpo necesita cuidado, hay que cuidar las emociones, desahogarse, pero también encontrar pasatiempos, y buscar ayuda en caso necesario.