NO MÁS VIDAS PERDIDAS
Unámonos por la prevención del suicidio El día mundial para la prevención del suicidio es una iniciativa para concienciar a toda la población sobre esta problemática de salud pública que puede prevenirse en todos los países, causante de un gran impacto social por la pérdida de muchos años de vida que pudieron ser vividos, las graves consecuencias familiares y el preocupante aumento de la tasa de mortalidad “global” que cada año se estima en casi un millón de personas.
Aunque tradicionalmente las mayores tasas de suicidio se han registrado entre los varones de edad avanzada, las tasas entre los jóvenes han ido en aumento hasta el punto de que ahora estos son el grupo de mayor riesgo en un tercio de los países. En Colombia, según el boletín estadístico del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, durante el 2019 se reportaron 2.552 casos de suicidio en todo el país, para un aumento del 3,7% con respecto al 2018. El informe señala que el rango de edad donde se presentó el mayor número de suicidios fue entre los 20 a los 39 años, y el número de casos fue de 7.000, entre hombres y mujeres.
Señales de alerta ante un posible suicidio:
Las alarmas no siempre son claras para todas las personas con pensamientos suicidas, pero hay ciertas situaciones que pueden ponernos sobre aviso de un caso potencial y a las cuales debemos estar atentos, como:
- Mostrar comportamientos de sufrimiento, se lamentan de todo lo que les pasa, sienten que no vale nada lo que hacen ni lo que son, pasan mucho tiempo en la cama porque ha perdido el interés por cosas que antes eran muy placenteras, regalan las posesiones más preciadas, corren riesgos innecesarios o beben mucho alcohol.
- Hacer declaraciones verbales sobre quitarse la vida, enviar mensajes a través de redes sociales, llamadas telefónicas, escritos y frases diciendo: ya no aguanto más, no hubiera nacido, la vida no vale la pena, me quiero morir, etc.
- Presentar cambios drásticos del humor, de repente se entristecen, se enojan. Estas situaciones pueden pasar desapercibidas muchas veces en los adolescentes que viven etapas de cambios, se encierran en su cuarto, no quieren hablar con nadie y no saben cómo expresar sus sentimientos.
- Aislarse socialmente, pierden el interés en interactuar con los demás y prefieren quedarse solos en su casa cuando por ejemplo toda la familia está en alguna reunión social, no conviven con amigos o compañeros de estudio o de trabajo, no se interesan por contestar el teléfono.
Con mayor frecuencia, los pensamientos suicidas pueden ser el resultado de sentimientos que no se pueden afrontar cuando se presenta una situación abrumadora en la vida. La creencia que no hay esperanzas en el futuro, puede hacer que se piense, equivocadamente, que el suicidio es una solución. También puede existir una propensión genética al suicidio. Las personas que cometen suicidio o que tienen pensamientos o conductas suicidas suelen tener antecedentes familiares de suicidio.
Aunque los intentos de suicidio son más frecuentes entre las mujeres, los hombres son más propensos a consumar el suicidio, pues tienden a usar métodos más letales, como las armas de fuego.
Se corre más riesgo de suicidio en los siguientes casos:
- Si ha habido intentos previos.
- Si hay sentimientos de desesperanza, si se siente inútil, agitado, aislado de la sociedad o solo.
- Ante una situación estresante, como la pérdida de un ser querido, el servicio militar, una separación o problemas financieros, de salud o legales.
- Problemas de consumo de sustancias; el abuso del alcohol y las drogas puede empeorar los pensamientos suicidas y producir sentimientos lo suficientemente temerarios o impulsivos como para actuar en función de quitarse la vida.
- Pensamientos suicidas y acceso a armas de fuego en el hogar o lugar de trabajo.
- Trastornos psiquiátricos no diagnosticados, como depresión grave, trastorno de estrés postraumático o trastorno bipolar, entre otras.
- Antecedentes familiares de trastornos mentales, abuso de sustancias, suicidio o violencia (que incluye abuso sexual o físico).
- Si se padece de enfermedad que se puede asociar con la depresión y los pensamientos suicidas, como una enfermedad crónica, dolor crónico o una enfermedad terminal.
- Pertenencia a comunidad LGTBI y no se encuentra apoyo en la familia o se está expuesto a un entorno hostil.
Suicidio en Niños y adolescentes:
El suicidio en niños y adolescentes se produce como consecuencia de acontecimientos estresantes de la vida. Lo que una persona joven percibe como algo grave e insuperable, a un adulto puede parecerle leve, por ejemplo, los problemas en la escuela, la terminación de un noviazgo o la pérdida de una amistad. En algunos casos, un niño o un adolescente puede tener pensamientos suicidas debido a determinadas circunstancias de la vida, sobre las que no quiere hablar, entre ellas:
- Tener un trastorno psiquiátrico, como depresión
- La pérdida o un conflicto que involucre a amigos, pareja o familiares cercanos
- Antecedentes de maltrato físico o abuso sexual.
- Problemas de alcoholismo o drogadicción.
- Problemas físicos o médicos, por ejemplo, quedar embarazada o tener una infección de transmisión sexual.
- Ser víctima de hostigamiento.
- Sentir incertidumbre acerca de la orientación sexual.
- Leer o escuchar la historia de un suicidio o haber conocido a un compañero que se haya suicidado.
¿Cómo ayudar a prevenir el suicidio?
Cuando nos surjan o se manifiesten pensamientos suicidas, o si sabemos de alguien que está atravesado por un mal momento o que presenta algunas de las señales de alerta ya mencionadas, debemos adoptar medidas de seguridad:
En primer lugar, buscar ayuda en alguien en quien confiemos, podemos buscar ayuda en los centros de Atención Primaria, los servicios de Urgencias Hospitalarias o en Emergencias, de tal forma que podamos hablar con alguien sobre lo que sentimos y lo que pensamos o referir a la persona que presenta signos de alerta para que sea atendió y escuchado.
Segundo, retirar cualquier medio disponible para el suicidio (armas, cuerdas, cinturones, medicinas, etc).
Tercero, no permanecer solos o dejar sola a la persona, trate de comunicarse con ella en forma suave y respetuosa, invítela a hablará usted de lo que le está pasando y si no se abre al dialogo, haga lo posible por buscarle a un profesional antes de que sea demasiado tarde.
Asmet Salud EPS recalca el papel de la comunidad y de la familia en la identificación oportuna y en el acompañamiento de personas con riesgo suicida, pues tiene un valor incalculable y todos lo podemos aportar de la siguiente manera:
- Tomar conciencia de la ayuda que todos podemos brindar desde cada uno de nuestros roles; bien sea como familia, amigos, compañeros de trabajo, miembros de la comunidad en general, docentes, líderes religiosos, profesionales de la salud y gobierno, porque en muchos casos escuchar o dialogar con alguien puede evitar un desenlace fatal.
- Concientizando a las personas de que no está mal pedir ayuda, hablar o necesitar de alguien, porque muchas veces se piensa que este tipo de cosas nos vuelven frágiles, vulnerables o dan pena.
- Dar apoyo como familia y brindar unas garantías mínimas en la niñez y adolescencia que suplan sus necesidades afectivas y emocionales, de tal manera que desde el amor se influya positivamente en el desarrollo de su personalidad, en sus conductas y en la manera de cómo asumir o afrontar cada situación que se les presente.
- Fomentar el uso de los servicios de salud mental y las Instituciones de Salud, pues son quienes brindan un acompañamiento psicológico básico a toda aquella persona que lo necesite.
Recuerda: Los pensamientos suicidas pueden aparecer incluso ante problemas que tienen solución. Pero no te agobies, ¡Las crisis no son permanentes, Busca ayuda, no estás solo!. No más vidas perdidas.